2 de octubre de 2016

Lienzo de otoño

En un banco deshabitado aposento tu traición y mi derrota.
El jardín es una pausa en la vorágine de la ciudad.
Recinto orgulloso de fronda y luz entre murallas,
refugio para el alivio de mi angustia y su dureza.

Los pájaros con sus piares apagan la voz del tráfico
y  una brisa animosa interpreta una canción de luto
 por las hojas que mueren.

Un puentecillo inútil y huérfano de agua es acuarela
que serena el bullicio de mi alma,
y la fiesta de los lirios,
y la fiebre de la lantana,
y la marea lila del espliego,
y el ascua del otoño desbordado.

Desbordado como este abandono que me puebla
desde el instante de tu ida.

El cielo es rectángulo que a nubes se apenumbra.
Una llovizna displicente se libera para mi asombro.
Las jacarandas derraman lágrimas azules.

Despacio, tal como llegué, abandono el jardín,
anhelando la resurrección del día y sus sombras,
 mientras digo adiós
a la impávida blancura y mármol
de un Cupido solitario…

solitario como yo. 

©Trini Reina
Octubre de 2016
Obra de Antonio Varas de la Rosa

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