a su negror arrebatado
a sus fugaces paradojas
al frío de sus embozos
a su rejón atemperado
al albedrío de sus tinieblas
a los búhos que la pueblan
al lobo de sus ojos
a la carnalidad que inspira
al ámbito que la constriñe
a su pálpito temerario...
Yo convoco a la noche.
La noche capaz de oxigenar
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