Lo que yo llamaba olvido
eras tú.
Pedro Salinas
Llegó
con afán de niño
y
cuerpo de penumbra
y
sembró de alegorías
tu
jardín inhabitado.
Soñador
en la cumbre,
poeta
del abismo.
En
sus aires exigía
el
final para tu llanto.
Ventura
y claridad,
presencia
aislando negruras
y
habitando de soles tu
refugio
de sombras.
Cometa
azul sobrevolando
los
tendones del frío.
Llave
de la aurora
que
tu noche requería.
Él,
que con su nombre
bautizara
al olvido,
con
olvido apagó
el
ascua de tu alegría.
Obra de Catherine Wiley
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