La ciudad,
temprano,
extienden sus biseles.
Suspirando hacia poniente,
erige ramales celestiales
y sueña pasados y
conquistas.
Un aire de olas rojas,
invade las catedrales de
lo inasible.
Tarde,
con donosura,
la ciudad recolecta
sombras
y tutela símbolos
mientras se adormece
tras sus riberas
de plata y barcos.
©Trini Reina/Julio 2011
Obra de Joaquín Sorolla
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