Caminando voy,
silenciosa,
por aceras
calientes
de domingos y
veranos.
Y te nombro.
Tu nombre,
aire que eleva
mis pasos
y jala de mí
en todas las
caídas,
y aleja mis
rodillas
del asfalto
cotidiano,
e inaugura
preseas
en la feria de
mis pupilas.
Tu nombre,
maná que
templa
la sangre de
esta condena…
Y cuando
luches,
y tropieces,
y te hundas,
y te duelas,
allá en la
lejanía
donde ubicaste
tu miseria.
Cuando
camines,
silencioso,
por aceras
calientes
de domingos y
veranos,
mi nombre,
que te nombra,
ampliará la
negrura
del destierro
que elegiste.
©Trini Reina/Agosto 2011
Fotografía de Michael Gnade
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