Ayer murió el amor nuestro:
No hubo réquiem ni campanas;
no hubo dudas ni pañuelos;
no hubo piedad en la partida;
no hubo clamores ni tormento;
no hubo juez ni veredicto;
no hubo trauma ni esmero;
no hubo signos profanados;
no hubo epílogo ni pretextos.
Difunto nuestro amor,
Obra de Christopher Thompson
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