Estoy cansada de poner buen perfil al mal tiempo. De sonreír eternamente a las afueras. De encender cada alborada las luces de mi fachada, cuando apenas la llama de una vela alumbra mis adentros.
Estoy agotada de disfrazar mis desalientos. De rellenar con humo mis vacíos. De ensayar blindajes contra el destino. De lidiar, huérfana de armas, frente a este ejército de sombras que me violentan.
Y quiero exigir mis derechos.
Exijo poder llorar a mi capricho sin que nadie me instale en los ojos un pañuelo para amordazar mis lágrimas. Exijo una tregua para revolcarme en mis miserias; para regodearme en mis dolores.
Exijo el derecho a derrumbarme,
estoy hastiada de tener que mostrar firmeza ante los elementos que me azotan. Por una vez, hoy, quiero sumergirme libremente en el túnel de las tinieblas y dejar de simular que soy un ser irreductible.
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