Mis manos, dos enigmas.
Una recoge cosechas,
amasa golosinas,
crea y sostiene nidos,
se entrega a la piel deseada.
La otra desbroza ortigas,
derriba columnas,
espanta soledades,
apaga llamas.
En sus palmas hay surcos
que se entrecruzan
o desvanecen.
-así les llovió los años-
y,
sobre las dunas violetas
de sus dorso,
lo perdido olvidó su huella.
Pequeñas,
coquetas,
cansadas,
temerarias en la lucha.
A veces semejan alas,
y se atreven,
y bailan o vuelan,
o hablan y hablan…
Mis manos
¡Cuán poderosas alondras
enigmáticas!
©Trini
Reina/27 de septiembre de 2012
Obra de John William
Godward
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