Recorriendo las calles
va la desesperanza
mordiendo carne joven.
Caminas
aturdido
con
una pena transparente
pesándote
en la boca.
Ciego
es el lamento
que
oscurece
la
noche de tus ojos.
El
hastío se sienta
en tus
caderas
sin
medir el oriente
de
los pies en el asfalto.
El
cigarrillo
-cómo
tú-
entre
los labios se consume.
Qué
profundos
los
años de tu rostro.
Mordido
va de desesperanza
Y,
desde el precipicio
de la
nuca
hasta
el abismo
de
las plantas,
un
desgarro te abre
en
canal el alma.
De ti
se burla la suerte,
vitoreando
su
tardanza.
©Trini Reina/2013
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