Aunque la tarde viste el más azul de sus
sombreros, sin pluma ni nube alguna, el frío señorea traspasando paredes y
nostalgias.
El invierno acaricia a enero. En el reloj,
media la tarde, y la soledad arriba a mi
templo.
El sol apenas calienta el entorno, y dentro de
la casa, y más adentro, apenas es una fría estrella, con más gloria que
impulso.
Sola, con un café humeante entre las manos,
retrotraída a otro tiempo, a otra casa, a otra mesa, me dejo arrullar por el instante
y, sin querer, o acaso deliberadamente, lo arropo de pereza.
Una bandada de pájaros se enmarca en el único
hueco de luz de la estancia: la ventana. Un rumor de niños encandila las
afueras y alguien, a su vez, grita
llamando a alguien, el ruido rompe la escena y salgo del ensimismamiento que me cerca.
Vuelvo a la taza, al café, que ya templa, a
plegar la tristeza en cuatro pliegues, tal como doblo la servilleta, y a
paladear la miel del estar a solas, una tarde azul y fría de otro enero; otro que
vuela…
©Trini
Reina/enero 2018
Obra deKaren Offutt
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.