Ya estuvimos aquí.
En esta feroz intemperie
que revoca la tibieza,
en esta tundra violeta,
tan ajena a la luz
y tan fría,
donde sufrimos de amarillos
en los corazones,
donde el fracaso nos otoñó las
alas,
donde trepamos a tejados
vacíos de estrellas y de gatos
y creamos abismos
poblados de cólera y medusas.
Ya estuvimos aquí.
Y conscientes de lo absurdo,
a oscuras y descalzos,
puliendo uñas a la duda,
abriendo venas a la derrota,
y, ondeando la anarquía,
giramos, giramos…
y volvemos a ser dos locos
que -sin brújula- yerran
por este laberinto infame
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