Aquella noche, entre
infinitas.
Aquella noche,
prostituta del insomnio,
se sacudió el peso de los
párpados
y vistiéndose de frío,
-aún extraviado de sueño-
culminó su arribada.
De nieve.
De nieve traía la cara
y ladraban chacales en su
pecho.
De sus manos,
raído,
caía el equipaje
que impoluto se llevara.
En silencio,
temeroso de que la voz
mostrase la hiel de su
fracaso,
quijote malherido
por las tijeras violentas
del destino,
vencido,
a su origen retornó.
©Trini Reina/noviembre
2013
Obra de Eugeniusz Zak
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