con bruno esplendor…
Mi alma no frecuenta sus
estrellas,
ni el corazón palpita
ante el amarillo influjo de
la luna,
aunque, en ocasiones,
le tiente perseverante su
hermosura.
La noche se desata
con bruno esplendor…
Mis pasos se demoran
en las calles noctámbulas.
Y el espíritu, afligido,
galantea con la negrura
en un diálogo silencioso.
Hoy, disidente, te beso,
Te beso a pesar del celaje
que me ciñe.
Mi ser empatiza con el tuyo
y sigo el gélido marchar de
tus horas.
La brisa sonámbula te
recorre
y al unísono la respiramos.
Porque hoy tú, noche,
has conseguido…
penetrarme hasta los huesos.
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